Desde niños sabemos que febrero es el mes más especial del calendario. Es el único con 28 días y, lo que nos llamaba más atención de pequeños, cada cuatro años dura un día más. ¿Qué complicado era todo? Aquella regla tan extraña no era resultado de algún caprichoso. Como bien sabe la Humanidad desde hace miles de años, el año solar no dura exactamente los 365 días del actual año civil. En realidad, el año solar dura 365,2422 días. ¿Cómo salvaron nuestros antepasados esta pequeña diferencia para coincidir el año solar con el año civil? La solución vino nada menos que de Julio César, quien en el año 46 A.C estableció el calendario que llevaba su nombre y por el cual el último año de cada ciclo de cuatro debía durar 366 días en lugar de 365. El día elegido sería el “ante diem bis sextum, calendae martis”, esto es, el sexto día antes de las calendas de marzo. El uso habitual acabaría identificando ese día y año como bisiesto.

La magia de los calendarios perpetuos
El indicador de fecha es la función más popular de la relojería mecánica. Su único pero es que nos obliga a ajustarlo al final de los cinco meses del año que no duran 31 días. El calendario perpetuo salva este problema y es capaz de discernir si el mes saliente tiene 28, 29, 30 ó 31 días. De este modo, y siempre que el reloj tenga energía suficiente, un calendario perpetuo no necesitará ser ajustado hasta 2100. Parece una cuestión de magia, pero es pura relojería mecánica.
El calendario perpetuo es la más antigua de las grandes complicaciones relojeras, aunque surgió de un modo diferente a como la conocemos hoy en día. Los grandes relojes astronómicos instalados en las iglesias europeas, como el famoso Reloj Astronómico de Praga, del siglo XV, ya eran capaces de diferenciar días bisiestos. Aunque esta función estaba más pensada para el cálculo exacto de las fiestas religiosas.
No sería hasta el siglo XVIII cuando se conocen los primeros calendarios perpetuos de bolsillo. Del primero del cual se tiene constancia es del fabricado por el relojero inglés Thomas Mudge en 1762. El primero de pulsera fue obra de Patek Philippe en 1925, en el cual aprovechaba un antiguo mecanismo realizado en 1898 originalmente pensado para un reloj colgante femenino. Curiosamente, hubo que esperar hasta 1955 para encontrar el primer reloj de pulsera con calendario perpetuo equipado con indicador de años bisiestos. Se trata de la referencia 5516 de la casa Audemars Piguet.

Todo el encanto de la relojería mecánica en un único movimiento
Muchos aficionados ven el calendario perpetuo como una complicación poco atractiva. El calendario perpetuo apenas demuestra su validez al final de cada mes. Además hay que esperar a la medianoche para verlo funcionar. Nada que ver con la espectacularidad de un tourbillon o de un cronógrafo, siempre a disposición de su dueño para disfrutarlo en soledad o presumir ante sus amigos.

Pero hay un aspecto que hace del calendario perpetuo la máxima expresión de la relojería mecánica tradicional. El principio de su funcionamiento se basa en una rueda dibujada con cuatro brazos. Dicha rueda va conectada a la rueda de meses del mecanismo y se encarga de realizar el salto correspondiente de día a finales de febrero. Uno de estos dientes, el correspondiente al último día de febrero del año bisiesto, precisamente el que va a ocurrir dentro de unos días, solo entra en funcionamiento una vez cada cuatro años. Es decir, pasarán 126.227.808 segundos hasta que esa diente de la rueda vuelva a ser utilizada por el movimiento. Pocos ingenios construidos por el hombre disfrutan de esa capacidad de percibir la inmensidad del tiempo.
Calendarios anuales, la evolución hacia la sencillez
La lógica nos dice que los inventos parten de una propuesta básica para evolucionar en soluciones más complejas. En el mundo de los calendarios mecánicos ha sucedido exactamente al revés. Los calendarios anuales representan una versión simplificada del calendario perpetuo tradicional. Al igual que estos, el calendario anual discrimina la duración de los meses del año, con la única excepción de febrero. A final de este mes, los dueños de los calendarios anuales deberán hacer la única corrección que necesitan sus relojes durante todo el año.
Si el calendario anual es más sencillo que el calendario perpetuo, lo normal es pensar que su invención fue anterior. El primer calendario anual no salió al mercado hasta 1996 de la mano de Patek Philippe.
El calendario anual es una complicación que ha ganado interés en los últimos años por su componente práctico y moderna concepción. En teoría son menos complicados y sencillos de manejar que los calendarios perpetuos, aunque esta desventaja es cada vez menor gracias a las mejoras conseguidas por las firmas relojeras en los últimos años.
El calendario secular, una versión perfeccionada del calendario perpetuo
Al principio hemos hablado del origen de los años bisiestos en la Roma de Julio César. Sin embargo, también sabemos que nuestra sociedad se rige actualmente por el calendario gregoriano y no el juliano de los romanos. ¿A qué se debió este cambio?
El día extra incorporado por el calendario juliano cada ciclo de cuatro años dejaba la duración final del año civil en 365,25 días. La diferencia con la duración del año solar (365,2422 días) parece escasa: apenas 11 minutos y 14 segundos al año. Sin embargo, esta pequeña desviación fue acumulándose durante siglos hasta alcanzar los diez días en el siglo XVI. Era una diferencia inasumible, lo que llevó al papa Gregorio XIII a abogar por un nuevo calendario que corrigiera este error y, de paso, establecer un sistema un ajuste de los años bisiestos que evitara desviaciones futuras. El calendario gregoriano sigue teniendo sus días bisiestos cada cuatro años. Este ciclo se repite de manera periódica hasta la llegada de los años seculares o de cambio de siglo (2100, 2200, 2300…). Aunque a estos años les correspondería ser bisiestos, tendrán 365 días como un año normal.

¿Acaba aquí la corrección del calendario gregoriano? Para nada. Dentro de los años seculares también hay excepciones: aquellos que sean divisibles entre 400. Según esta regla, el año 2400 será bisiesto, al igual que el 2800 y el 3200. ¡Qué vértigo imaginar esos años!
Los calendarios perpetuos seculares, las máquinas más perfectas de medición del tiempo
Las particularidades del calendario gregoriano obligan a que los calendarios perpetuos únicamente garanticen su ajuste automático hasta el año 2100. El mecanismo entenderá que es un año bisiesto normal, cuando realmente es un año secular y, por tanto, carece de 29 de febrero. En realidad, un pequeño problema que la inmensa mayoría de los mortales no veremos: ¡yo debería cumplir 125 años para comprobarlo! Sin embargo, unos pocos relojeros se han aventurado en el reto de dominar el calendario gregoriano con mecanismos capaces de identificar los próximos años seculares (2100, 2200 y 2300), por lo que solo necesitarían ser ajustados en 2400. Ahí sí que les aseguro que nadie de nosotros estará presente para comprobar el perfecto funcionamiento de estas máquinas maravillosas.
Como decimos, muy pocos relojeros se han atrevido a realizar calendarios perpetuos seculares. El primero de la era moderna fue Patek Philippe en su Calibre 89, el reloj de bolsillo que la manufactura ginebrina lanzó en 1989 con motivo de su 150º aniversario. El calendario perpetuo secular era una de las 33 complicaciones que incluía su movimiento de 1.728 componentes. En la siguiente década vinieron las propuestas de Andersen Genève (la firma del relojero danés Svend Andersen) y el Aeternitas Mega 4 de Franck Muller, dos modos diferentes de enfocar esta extraordinaria complicación en mecanismos de relojes de pulsera.
La última aventura de crear un calendario perpetuo secular lo conocimos el año pasado de la mano de la firma independiente Furlan Marri y su deseo de crear un reloj único en el mundo con motivo de la edición 2023 de la subasta benéfica Only Watch. Para el proyecto contaron con la colaboración de Dominique Renaud y Julien Tixier. El primero es bien conocido por ser uno de los fundadores del taller de complicaciones Renaud & Papi, actualmente integrado dentro de Audemars Piguet. Renaud diseñó un ingenioso mecanismo secular acoplado a un módulo de calendario perpetuo, a su vez montado sobre un calibre base La-Joux-Perret G100. Si el módulo del calendario perpetuo tenía 25 componentes, el complementario secular era de solo 5 componentes. Como en los modelos antiguos, el Furlan Marri Secular Perpetual Calendar cumplía su ajuste de calendario, pero sin mostrar todas las indicaciones, una decisión tomada para restar complejidad al mecanismo. En la esfera solo nos aparecía los contadores de la fecha y días de la semana, más una aguja central para señalar los meses impresos en el realce interno.
El movimiento al completo se acompañaba de una caja de plata rodiada de 39 milímetros de diámetro, realizado como pieza única para ser subastado en Only Watch 2023. Los organizadores de la subasta estimaron para el Furlan Marri Secular Perpetual Calendar un arco de puja entre 20.000 y 30.000 francos suizos, aunque es muy probable que el reloj hubiera alcanzado un precio final mucho mayor. Sin embargo, la subasta Only Watch se suspendió el pasado año y no sabremos si se realizará en un futuro próximo. Nos quedamos con la duda de saber cuánto hubiese alcanzado esta curiosidad relojera.



