De entre los aficionados a los coches hay muy pocos que no se sientan atraídos por una marca como Lamborghini, y si tienen cierta edad recuerdan con admiración modelos históricos como el Miura o el Countach, diseños con más de 50 años que hoy día parecen totalmente vigentes. Pero no muchos de esos aficionados saben que el diseñador de esas maravillas fue Marcello Gandini (recientemente fallecido a los 85 años, por cierto).

Algo parecido sucede con algunos relojes hoy emblemáticos que sin embargo cuentan sus cumpleaños por decenas, como el IWC Ingenieur, el Audemars Piguet Royal Oak o el codiciadísimo Nautilus de Patek Philippe. Desde luego, el nombre de Gerald Genta (1931-2011) es más conocido ahora -incluso creó una marca con su propio nombre, hoy en manos del grupo LVMH– pero durante mucho tiempo su nombre fue tan desconocido para el gran público como la profesión misma de diseñador de relojes.
Sobre la leyenda
Nacido en 1931 en Ginebra, y desmintiendo lo que se puede leer en algunos sitios, Genta nunca fue relojero. Inició estudios de joyería con la intención de dedicarse al diseño de joyas, su verdadera pasión, pero con 25 años y los estudios terminados se encontró con que todos los encargos provenían del sector relojero. Y no exactamente de las marcas sino de sus proveedores. cajistas, principalmente. Vale la pena recordar aquí que el término “manufactura”, en el sentido de que una marca fabrica todos los componentes de un reloj de forma interna -del calibre al brazalete o el cristal- es un concepto moderno, exprimido principalmente por los departamentos de marketing.

Así, al principio fueron los distintos proveedores externos de marcas como Universal Geneve, Omega o Hamilton quienes proporcionaron los primeros encargos al joven Genta. Cuando el Polerouter (UG) o el Constellation (Omega) salieron al mercado nadie sabía quién estaba detrás de esos diseños tan acertados, algo que está en la tradición de secretismo que caracteriza a la industria suiza desde siempre, por otra parte. El propio Genta declaraba que le pagaban los diseños a ¡quince francos!, de manera que no era fácil hacer de eso un medio de vida. Por suerte para él, y aunque no lo supiera, estaba solo en ese nicho de mercado. Y era bueno en lo suyo.

La conversión del acero al lujo
Para mediados de los años 60 del siglo pasado ya era lo suficientemente conocido para que las marcas lo contactaran directamente (como referencia, fundó su propia marca Gerald Genta en 1969). Con él empezó lo que se ha dado en llamar “relojes de acero de lujo”, una expresión que tenía sentido en su época (años 70 del siglo pasado) por aquello de su precio relativamente similar a los relojes en metales preciosos. La paradoja es que a día de hoy los precios de relojes de acero han subido proporcionalmente mucho más que los de oro o similares.
Tal vez los más famosos de esos relojes de acero de lujo setenteros sean el Royal Oak de Audemars Piguet y el Nautilus de Patek Philippe, pero hay otros “hijos” de Genta que merecen estar en el foco porque también han sido iconos. Podríamos decir que el tercero en discordia es el Ingenieur de IWC, pero cabe recordar que tanto el Pasha de Cartier como -sobre todo- el Bulgari-Bulgari son también suyos. A Genta hay que atribuirle no sólo la reivindicación del acero como material noble sino cierto concepto “steampunk” en el sentido de dejar a la vista partes funcionales del reloj que hasta entonces se trataba de ocultar, como los tornillos del bisel o un brazalete integrado que hasta entonces sólo habían usado los relojes-herramienta puros.
Los relojes más reconocidos
Genta ya llevaba trabajando con AP desde principios de los 50 del siglo pasado. De hecho, estuvo diseñando las colecciones de la Maison durante casi 20 años antes de recibir el encargo del Royal Oak. También trabajó para Van Cleef & Arpels, Chaumet y… Breguet, algo que cobra sentido cuando uno sabe que esta marca fue comprada por los hermanos Chaumet a mediados de los 70. Suyos son también el “Dollar Coin” de Corum y el único Rolex de serie limitada (1.000 unidades): el Cellini King Midas (1964), utilizado por Elvis Presley o el mismísimo Scaramanga de 007. Si para el Royal Oak se inspiró en un casco de buzo y para el Nautilus en un ojo de buey, para el Rey Midas Genta tomó su inspiración del Partenón griego.
Con respecto al Royal Oak y al Nautilus, cabe decir que sus historias son bastante distintas: en el primer caso fue Audemars Piguet quien le solicitó -casi le exigió de un día para otro- al diseñador “un reloj deportivo de acero que nunca se haya visto”, en palabras del entonces CEO de AP, Georges Golay, citado por el propio Genta, quien plasmó el encargo en una sola noche basándose en las escafandras de los buzos de profundidad, y por la mañana lo tenía tan listo que recibió luz verde.
El caso del Nautilus fue casi inverso: el diseñador trató de acercarse a los Stern en una situación informal -un restaurante, en mesas distintas, feria de Basilea– para mostrarles su diseño. No hubo ocasión y el dibujo volvió al cajón junto a tantos otros. Poco después Piaget le solicitó un diseño para un reloj deportivo y Genta no se lo pensó: recuperó el dibujo que originalmente había pensado para Patek y se lo envió. Piaget le devolvió el proyecto diciendo que ellos no iban a hacer un reloj de acero y de vuelta al cajón. Ese mismo año, a través del distribuidor de Patek en Oriente Medio y de nuevo en la feria de Basilea, Genta pudo por fin recuperar el plan inicial de mostrar lo que había ideado para ellos.
Algunas anécdotas sobre Genta, dichas por él mismo:
- Admiraba a Raymond Loewy, el famoso diseñador franco-americano
- Llegó a diseñar unos 100.000 relojes
- Le hubiera gustado ser el diseñador del Oyster de Rolex, que consideraba el súmmum
- Por el diseño del Midas de Rolex (el más caro del catálogo entonces) cobró 15 francos
- No le gustaba demasiado el Reverso, que le parecía “poco viril”
- No le gustaba usar reloj. De hecho, llegó a decir que no le gustan los relojes en general