Nicolas Mathieu Rieussec ha pasado a la historia como el inventor del cronógrafo. Así ha sido porque fue este relojero y hombre de negocios francés quien registró el término cronógrafo en 1822 para describir su invento. El cronógrafo de Rieussec consistía en una caja de madera con dos discos giratorios recubiertos de esmalte blanco, situados debajo de unos pivotes entintados. Al poner en marcha el mecanismo, los discos comenzaban a girar. Cuando el usuario quería conocer el tiempo transcurrido, solo tenía que activar el mecanismo y el pivote entintado dejaba su marca sobre el disco esmaltado. Para Rieussec, su invento “escribía” el tiempo, razón por la cual empleó el término cronógrafo. Sin embargo, el instrumento de Rieussec no fue el primer mecanismo relojero capaz de medir tiempo de manera independiente. Dos años antes, Breguet ya había creado su Chronomètre À Doubles Secondes, dit d’observation, que permitía la medición de periodos intermedios o de los tiempos transcurridos en dos eventos independientes y simultáneos.

Aunque si hay una aparición estelar en la búsqueda del padre del cronógrafo, sin duda es la de Louis Moinet. Hace diez años se descubrió que este relojero francés había construido en 1813 un avanzadísimo medidor de tiempos independientes, al cual bautizó con el nombre de compte-tierces. Este cronógrafo primigenio, aunque aún no se denominaba así, disponía de mecanismo de puesta a cero y era capaz de medir tiempos con una precisión de una sexagésima parte de segundo. Y seguro que la lista aún no está completa.

La popularización de los cronógrafos de pulsera en el siglo XX
Los cronógrafos pronto demostraron su funcionalidad y las firmas no pararon de mejorar sus características y precisión a lo largo del siglo XIX. Fue en el siguiente siglo cuando el cronógrafo vive una disociación que llega hasta nuestros días. Por un lado, algunos fabricantes mantienen esta evolución con el objetivo de perfeccionar sus virtudes. Será entonces cuando la función horaria desaparece de estos instrumentos para centrarse en la medición exclusiva de los tiempos independientes. Son los cronógrafos profesionales o medidores (en inglés stopwatch), usados principalmente en competiciones deportivas. Longines, Omega y Heuer fueron los fabricantes más populares de este tipo instrumentos en la primera mitad de siglo XX, los cuales evolucionaron más tarde en forma de los actuales sistemas electrónicos ultraprecisos que se siguen empleando en deporte y automovilismo.
Por otra parte, la popularización de los relojes de pulsera en los primeros años del siglo XX trajo inevitablemente la incorporación del cronógrafo. La primera firma en lanzar un cronógrafo de pulsera fue Longines en 1913. Todas las acciones de la función se controlaban por medio de la corona.

Dos años más tarde, Breitling presentó el primer reloj cronógrafo de pulsera con pulsador independiente. Los años siguientes verían una atractiva lucha entre Breitling y Longines por ver quién logra la siguiente evolución del mecanismo. La cual hizo posible la aparición del primer cronógrafo con doble pulsador (1934) y el primer cronógrafo flyback fabricado en escala (Longines Calibre 13ZN en 1936).
La evolución del cronógrafo tendrá otro momento clave en 1969 con la aparición del primer cronógrafo automático. Fue otro combate de época, con Zenith y su legendario El Primero adelantándose al proyecto común de Heuer, Breitling, Leonidas y Hamilton. Sin embargo, quien se adelantaría a todas ellas sería Seiko al ser la primera que puso a la venta un reloj con cronógrafo automático en mayo de 1969.
Cómo se usa un cronógrafo y sus tipos
Un reloj cronógrafo es muy sencillo de usar, lo cual explica su gran popularidad. El botón ubicado junto al índice de las 2 horas nos sirve para poner en marcha la función. Al activarlo, la aguja de segundos, también llamada trotadora, comienza su recorrido por la esfera hasta completar una vuelta completa, momento en el cual la aguja de minutos avanza un paso. Este proceso continuará hasta que queramos detener la medición, para lo cual será necesario volver a presionar el pulsador superior. Una vez hemos comprobado el tiempo realizado, devolvemos el cronógrafo a su posición inicial apretando el pulsador cercano al índice de las 4 horas. A partir de aquí, hay unas pocas variaciones por lo que respecta a la función que vamos a detallar a continuación.
Cronógrafo monopulsador
Es un cronógrafo donde toda la secuencia de inicio, parada y puesta a cero se realiza con un único pulsador. En realidad, este tipo de cronógrafo es más sencillo que un cronógrafo de doble pulsador, pero su singularidad y encanto retro, han hecho que hoy en día vuelvan a estar de moda y aparezcan entre las propuestas más exclusivas de las firmas.
Cronógrafo rattrapante
Imaginemos que estamos midiendo los tiempos de un corredor de fondo en una pista de atletismo. Nuestro cometido es medir los tiempos que hace en cada vuelta. Cada vez que completa una, no podemos detener el cronógrafo porque el atleta sigue corriendo, así que tenemos que estar rápidos para ver qué tiempo intermedio ha hecho. La mejor solución es contar con un cronógrafo rattrapante. Si es el caso, veremos que el cronógrafo tiene dos agujas de segundos. Ambas comienzan a marchar a la vez según activamos el primer pulsador. Al completar la primera vuelta, presionamos un tercer pulsador y el segundero del rattrapante se detendrá, mientras que el segundero principal sigue su marcha. Leemos con exactitud el tiempo realizado y otra vez presionamos el tercer pulsador. Será entonces cuando la aguja del rattrapante salta de manera instantánea a la posición de la aguja principal para proseguir la marcha. A pesar de que la explicación es fácil, pero el cronógrafo rattrapante es uno de los mecanismos más complicados que puede realizar un maestro relojero y solo está al alcance de unas pocas firmas y fabricantes.
Cronógrafo flyback
Volvamos a la secuencia del cronógrafo. Un primer pulsador para iniciar y parar el cronógrafo, y otro para devolverlo a la posición inicial. A diferencia de lo que ocurría con el rattrapante, puede darse el caso de tener que iniciar mediciones de manera consecutiva, lo más rápido posible. Es algo muy habitual entre los aviadores o los navegantes. Estos últimos, por ejemplo, quieren navegar veinte segundos en un sentido para después virar y dirigirse a la dirección opuesta otros veinte segundos. Es un recorrido de zigzag que les permite llegar al destino final de un modo fiable. Si es el caso, es una pérdida de tiempo estar cada veinte segundos deteniendo el cronógrafo, devolviéndolo a cero e iniciando una nueva medición. Estas tres operaciones se reducen a una sola en los cronógrafos flyback. Apretamos el pulsador de las 2 horas y el segundero se pone en marcha. Cada vez que apretamos el pulsador a las 4 horas, la aguja de segundos vuelve a cero e inicia una nueva marcha en el momento exacto en que liberamos el pulsador. El cronógrafo solo se detiene cuando volvemos a presionar el primer pulsador.
Cronógrafo fulminante

Es un tipo de cronógrafo muy raro de ver en nuestros días, aunque hay algunas firmas que aún se atreven a sacarlo. El término fulminante es una traducción literal del francés foudroyante, que es como habitualmente se conocen a estos cronógrafos. El cronógrafo foudroyante incorpora un contador independiente en el que mide las fracciones de segundo. Por lógica, las fracciones medidas dependerán la frecuencia de marcha del movimiento. En el caso del Duomètre de Jaeger-LeCoultre, su calibre funciona con 21.600 alternancias a la hora, por lo que está preparado para medir con una precisión de 1/6 segundo, tal como vemos en su contador.