Rojo y moda: la historia de amor que vuelve (reinterpretada) esta temporada

26 Sep 2023

POR Susana Molina

El color que hasta ahora representaba la pasión y la sensualidad quiere liberarse de estas connotaciones para convertirse en una opción infalible en cualquier tipo de mujer y ocasión.

La historia del rojo más famoso de la moda comienza en el Gran Teatro del Liceo, en Barcelona. Allí es donde Valentino, con menos de 20 años y todavía aprendiz en el taller de Jean Dessès, se enamoró de los tejidos rojos que lucían algunas de las espectadoras de la ópera. “Siempre me ha encantado el rojo, desde que tengo memoria, pero lo descubrí y se apoderó de mí después de mi primer viaje a España”, contó el italiano en una entrevista para Vogue.

Así que cuando el diseñador abrió su primer taller de Via Condotti en 1959 lo primero que hizo fue crear una colección entera con este color. No tuvo éxito.  Hubo que esperar a 1988, cuando volvió a apostar por el rojo: el suyo. El denominado rojo Valentino — una mezcla muy precisa entre un 100% de magenta, un 100% de amarillo y un 10% de negro— se convirtió (entonces sí) en un triunfo. Contribuyó, en parte, el estreno de Pretty Woman (1990) y el icónico vestido de la escena de la ópera. Este lo creó la diseñadora de vestuario del film, Marilyn Vance, pero hizo que todas las mujeres que quisieran uno similar al de Julia Roberts acudiesen a Valentino. Y fueron muchas.

Para Diana Vreeland, editora de moda de Harper’s Bazaar y directora de Vogue América, no había ningún color como el rojo. Su amor por él —»Toda mi vida he buscado el rojo perfecto», cuenta en sus memorias— se convirtió casi en una obsesión. Cuando encargó a Billy Baldwin la decoración de su apartamento de Nueva York le pidió “un lugar que parezca un jardín, pero un jardín en el infierno». Y claro, casi todo se tiñó de rojo. «No puedo imaginarme aburriéndome del rojo: sería como empezar a aburrirte de la persona a la que amas.»

De rojo desde la prehistoria

Vreeland tenía razón. Ya no es posible cansarse de un color que lleva acompañándonos desde el principio de la humanidad. Fue el primer tinte natural que utilizó el hombre y con él se comunicó mucho antes de inventar el lenguaje. Lo podemos ver en las pinturas rupestres, ahí está, junto al negro, inmóvil desde la prehistoria, representando a animales. Después simbolizó la fuerza en los guerreros persas, romanos y espartanos. 

En la Edad Media, a través de la ruta de la seda llegaron a Occidente los tintes de cochinilla — un negocio que España lideró en Europa durante los años del Imperio— y los rubíes, una de las piedras preciosas más exclusivas de la joyería. Se convirtió en un símbolo de estatus y poder: tiñeron de rojo su ropa religiosos de alto rango, miembros de la aristocracia y de la realeza —en Gran Bretaña incluso prohibieron a la población llevarlo—, y los guerreros más respetados lucían en sus espadas un rubí incrustado como amuleto de protección.

En el siglo XIX comenzó a asociarse a los conceptos con los que lo relacionamos hoy: amor, pasión y sensualidad. En los 80, Kelly LeBrock fue La mujer de rojo. No necesitaba nombre ni presentación, solo el color de su vestido ya transmitía su irresistible atractivo. O Kim Basinger, que también vestida de rojo y con una inolvidable pamela futurista, fue la mujer más seductora de la Tierra en Mi novia es una extraterrestre.

Esta temporada la moda parece querer desligarse de esa connotación y encumbra al rojo como máxima tendencia con todas sus posibilidades: vestidos, jerséis, cazadoras, botas… La clave está en mezclarlo con otros —»El rojo es el gran clarificador: brillante, limpiador y revelador. Hace a todos los otros colores bellos”, decía Vreeland — o atreverse con el total look, en trajes, como los conjuntos de Luis Beccaria y en los vestidos con capa que propone Cult Gaia. Y aunque toda la paleta es tendencia (carmesí, rubí, frambuesa, escarlata…) hay uno que este otoño se lleva por encima de todos. Este es el denominado oxblood, un tono que contiene gran cantidad de azul y que se asemeja a la tonalidad de la sangre.

La clave está en que el rojo (al fin) se adapte a todo tipo de mujer y en todo tipo de situaciones: desde un look preppy comodísimo, de oficina o fin de semana, firmado por Tommy Hilfiger, hasta un vestido estampado, de efecto segunda piel, en un look de noche infalible de Pucci. Incluso cuando el mundo entero está pendiente de ti, el rojo es una gran opción. Así lo decidió Rihanna cuando en la pasada Super Bowl actuó con un impactante look formado por un mono de Loewe, un abrigo de Alaïa y unas botas de MMG Maison Margiela por Salomon. Una elección con la que siempre (y más esta temporada) conseguiremos un aspecto de fuerza, emoción y energía.

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